“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado,y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” — Isaías: 9, 5
La Navidad es una época en la cual se puede respirar un ambiente de inmensa alegría, un sentimiento común de entusiasmo, paz y amor. Es tiempo de festejar porque ha nacido el Niño Jesús, y su llegada es fuente de esperanza, es augurio para un futuro alentador, un símbolo de vida nueva que florece.
Jesús ha nacido en nuestro mundo, un mundo globalizado, un mundo más enlazado que nunca antes, un mundo en el cual puedes comunicarte con alguien al otro extremo del planeta en cuestión de un instante. Es por esto, que hoy más que nunca debemos recibirlo unidos, debemos estar juntos como hijos de un mismo Padre, en un mundo donde no existan las fronteras, donde no existan los privilegios ni la exclusión, y donde el amor sea el símbolo central de nosotros como una misma familia. Seamos una familia capaz de reconocer nuestras diferencias, y a su vez respetarlas; capaz de compadecerse del sufrimiento del prójimo, de cuidarlo y comprenderlo aunque no sea parte de mi etnia, nacionalidad o religión. Dejemos de lado nuestras diferencias y recibamos como una gran familia a el Niño que la Virgen María dio a luz en Belén, el “hijo” que Dios ha dado a toda la familia humana.
De igual manera, es importante no olvidar que el objetivo de la Navidad no recae en los adornos navideños, los montones de luces o los regalos materiales. Aun así, es necessario mencionar que la Navidad no está peleada con ninguna de las anteriores ideas; después de todo el nacimiento de Jesús marca una época de inmenso regocijo y celebración. Los adornos navideños tales como el belén y el árbol iluminado, representan la alegría por la Encarnación y la luz del amor que resplandece en las noches del mundo. De igual manera, el dar y recibir regalos de aquellos que queremos y con los que estamos agradecidos, es una bonita tradición. Sin embargo, lo anterior no debe de opacar al actor principal de esta celebración. Al igual que preparamos con decoraciones nuestras casas, es importante preparar nuestro corazón con amor, paz, misericordia y gracia para recibir al Niño Jesús. A la vez, es sumamente relevante preparar el regalo más significativo de todos, aquel que le daremos a Jesús por su nacimiento, este no tiene que ser incienso, oro o mirra, pero puede ser un hogar lleno de fe donde sea recibido, pueden ser obras de misericordia o puede ser una ofrenda muy personal. Sea cual sea, la importancia recae en recibir al Niño Jesús con un corazón en gracia y lleno de júbilo por su llegada.
La Navidad ha llegado y sin importar que tan alejado estés de Dios recuerda que Los Tres Reyes Magos nos enseñaron que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Así que absolutamente todos estamos invitados a festejar, y nadie puede quedar fuera de esta fiesta. Recordando lo que dijo el Santo Padre San Juan Pablo II:
«Jesús nace para la humanidad que busca libertad y paz; nace para todo hombre oprimido por el pecado, necesitado de salvación y sediento de esperanza»
Queridos hermanos y hermanas, la Asociación de Científicos Católicos Guadalupe Ortíz de Landázuri les desea que pasen un feliz tiempo de Navidad acompañados de sus seres queridos, y acompañados de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo. A todos, ¡Feliz Navidad!